En el corazón de las regiones amazónica y andina peruana, HI trabaja en el empoderamiento de mujeres, jóvenes y personas con discapacidad para combatir los efectos del cambio climático.

Dos habitantes de la comunidad campesina 13 de Febrero en el departamento de Loreto, Perú. | © R. Barranzuela / HI
Cambio climático: una realidad cotidiana
Para muchas personas que viven en los departamentos de Huánuco y Loreto, en el norte y centro de Perú, las condiciones de vida son precarias. La agricultura y el pequeño comercio son las principales fuentes de ingresos, sobre todo en las zonas rurales. Sin embargo, el cambio climático está alterando las estaciones: las temperaturas alcanzan máximos históricos, la temporada de lluvias comienza demasiado pronto o demasiado tarde, y las inundaciones y los deslizamientos de tierra son cada vez más frecuentes . Esto tiene numerosas consecuencias para los habitantes: dificultades para acceder al agua, escasez de alimentos, propagación de enfermedades y un aumento de otros riesgos para la salud .
“Aquí el clima es tropical, con mucho sol y lluvia. Pero cuando llueve demasiado, el agua arrastra los minerales del suelo, dañando y matando las plantas. En verano, el sol quema los cultivos, lo cual es un verdadero problema para nosotros”, dice Joba Dávila González, de 72 años, miembro de la comunidad agrícola 13 de Febrero en el departamento de Loreto.
En respuesta a esta situación, HI puso en marcha un proyecto de capacitación y empoderamiento para las comunidades de dos distritos: San Juan Bautista y Amarilis . Mujeres, agricultores, niños, representantes de la sociedad civil y funcionarios electos están aprendiendo sobre el cambio climático y sus efectos concretos en la vida cotidiana, y colaborando para encontrar maneras de mitigarlos y afrontarlos .
El papel clave de las mujeres como guardianas del cambio
Aún hoy, la inclusión de mujeres, jóvenes, personas mayores y personas con discapacidad en la prevención del riesgo climático sigue siendo, con demasiada frecuencia, marginal. Sin embargo, estos grupos tienen necesidades específicas que deben tenerse en cuenta y una experiencia que puede beneficiar a toda la comunidad . Mediante este proyecto, HI pretende capacitarlos y empoderarlos para que participen activamente en el diálogo y la toma de decisiones sobre el tema.
Las mujeres son las verdaderas guardianas de estos territorios y sus recursos . Son ellas quienes preservan las fuentes de agua, transmiten el conocimiento ancestral, garantizan la seguridad alimentaria y mantienen la cohesión social dentro del grupo . Para asegurar que esta labor diaria de preservación y transmisión sea reconocida por su verdadero valor, HI capacita a mujeres líderes dentro de las comunidades. De esta manera, promueven su conocimiento y experiencia y participan plenamente en la transformación social .
«Apoyar a otras mujeres para que fortalezcan sus habilidades y autonomía es muy gratificante. Me enorgullece ver a adolescentes y mujeres aprendiendo sobre el tema y convirtiéndose en modelos de resiliencia para sus comunidades. Ver a las mujeres ganar confianza, tomar decisiones y sentirse dueñas de su propio destino me recuerda que el cambio climático no se puede combatir solo con medidas técnicas, sino también a través de las conexiones humanas», afirma Pilar Guardia, responsable de proyectos en HI.
Soluciones locales basadas en la naturaleza
Los participantes del proyecto están considerando conjuntamente soluciones locales e inclusivas para mitigar los efectos del cambio climático. Por ejemplo, algunas escuelas están estudiando la posibilidad de plantar árboles frutales y forestales autóctonos de la región o crear huertos . Estas medidas crearían oasis de frescura para combatir el intenso calor del verano, a la vez que mejorarían la calidad de vida y la nutrición del alumnado .
En Amarilis, las comunidades también están llevando a cabo actividades de reforestación, plantando especies vegetales autóctonas en las laderas y cerca de las fuentes de agua. Estas nuevas plantas ayudarán a limitar los deslizamientos de tierra durante la temporada de lluvias y a preservar el suministro de agua durante los períodos de sequía.
Finalmente, en San Juan Bautista, cada vez más familias diversifican sus cultivos y plantan setos con árboles frutales y forestales autóctonos . De esta manera, reducen la deforestación, contribuyen a preservar la biodiversidad y aumentan sus ingresos mediante la cosecha de fruta.
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Este proyecto comunitario inclusivo beneficiará al menos a 1.600 personas en los distritos de Amarilis en Huánuco y San Juan Bautista en Loreto, entre las que se encuentran estudiantes, con o sin discapacidad, adultos con discapacidad y funcionarios públicos de administraciones locales y regionales e instituciones públicas involucradas en la gestión del riesgo de desastres y el medio ambiente.
