Por: Carolina Maldonado, Oficial Nacional de Comunicaciones – Colombia
«La paz no se firma en una oficina, se construye en los territorios». Con esta convicción, Edilma Zambrano ha dedicado su vida a tejer paz y reconciliación en Colombia. Lideresa comunitaria, defensora de derechos humanos y víctima del conflicto armado, ha enfrentado desplazamientos y amenazas en varias ocasiones, pero nunca ha renunciado a su lucha.
Tejiendo Sueños de Esperanza
Desde hace más de 15 años, lidera la Fundación Tejiendo Sueños de Esperanza en Santander de Quilichao, Cauca, un espacio donde más de 30 mujeres –firmantes de paz, víctimas del conflicto y personas con discapacidad– encuentran en la artesanía, el comadreo y la juntanza una forma de fortalecer el tejido comunitario. En la “Casa de la Vida”, su espacio de encuentro, cada puntada hila historias, revive tradiciones y dignifica la memoria.
Oriunda de Caquetá, Edilma levantó su voz desde su juventud en “El Caguán”, exigiendo la liberación de personas secuestradas con el lema: «Vivos se los llevaron, vivos los queremos». Su compromiso la llevó a apoyar a quienes decidieron dejar las armas, abriendo caminos hacia la paz. Hoy, a sus 65 años, su liderazgo sigue intacto, ha visto cómo su lucha por la paz trasciende generaciones: “este trabajo que hacemos le queda a la gente que viene atrás de nosotros, nuestros hijos, los vecinos…”. Casada, madre de dos hijos, también con un espacio en su hogar para Bigotes, su fiel perro, compañero en las jornadas de esperanza.
«No queremos que la ayuda se vuelva agua»
Con el proyecto Acción Integral para la Reducción de la Violencia Armada y Protección de las Comunidades Afectadas (ACTIVA), implementado por Humanity & Inclusion, junto con Tierra de Paz y financiado por la Embajada de Suiza en Colombia – Ayuda Humanitaria y Desarrollo (COSUDE), Edilma hace parte de la estrategia psicosocial de acompañamiento ‘Entre Pares’, y a su vez, ha fortalecido la producción y comercialización de artesanías de su fundación, recibiendo insumos clave como hilos guajiros y maquinaria especializada. Inspirada por el trabajo con sobrevivientes de minas en Caquetá, ha llevado su experiencia a Santander de Quilichao, donde continúa construyendo paz y fortaleciendo la organización comunitaria.
«No queremos que la ayuda se vuelva agua», dice con firmeza. Su apuesta es por la sostenibilidad, por proyectos que transformen vidas y dejen huella.