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El amor por sus hijos, el combustible de Rosaura.

Por: Edinson Figueroa – Oficial de Comunicaciones Colombia

Rosaura tiene 50 años y salió de Venezuela ante las dificultades para conseguir el alimento para sus hijos menores de edad. Es enfermera y su vocación de servicio la puso a disposición de las demás personas con la atención hospitalaria y prestando los servicios como paramédica.

En Venezuela fue víctima de la violencia cuando asesinaron a su único hermano, este episodio de su vida desestabilizó a su familia. Cuando su madre se enteró entró en depresión, pues le costaba asimilar la pérdida de su ser querido. Su madre empezó a dejar de alimentarse y con el dolor producto de este hecho, sufrió un paro cardíaco y murió.

Este panorama se sumaba a la crisis económica por la que estaba atravesando y decidió migrar a Colombia a buscar nuevas oportunidades para su familia en La Gabarra en Norte de Santander. Allí una hija la recibió y al poco tiempo le donaron un lote en un asentamiento donde construyó una casa de tabla y costales para vivir con sus dos hijos menores de edad.

‘En la Gabarra tuve que pasar por muchas dificultades, pero lo que más me hizo pensar y salir huyendo de este lugar fueron las amenazas de los grupos armados, insistiendo en reclutar a mis dos hijos. Con este miedo y zozobra decidí escapar de este sitio y fue así como un día en la madrugada y sin pensarlo dos veces tomé las pocas cosas y junto a mis dos hijos salí por un camino selvático para escaparme y buscar un transporte que me llevara a Cúcuta’ cuenta Rosaura.

Cuando llegó a la capital del Norte de Santander, con los pocos ahorros que tenía busco otro transporte para llegar a Bogotá, donde un familiar la recibió y la apoyo para conseguir un empleo en la capital del país.Empezó a trabajar en una empresa de reciclaje, en este oficio duró un año hasta que decidió salir de Soacha para proteger a sus hijos de los peligros que en esta zona se enfrentaban.

Nuevamente decide viajar y esta vez radicarse en el departamento del Meta, donde con lo aprendido en el oficio del reciclaje busca el sustento diario mediante esta actividad. Todos los días sale por las calles de Villavicencio en busca de materiales inservibles para clasificarlos y venderlos.

Su tarea, aunque muy diferente a la profesión que desempeñaba en su país le ha ayudado a conseguir los recursos para suplir sus gastos, pero una dolencia revivió un padecimiento del pasado y le impidió seguir realizando las labores como las venía haciendo.

En su recorrido diario tiene que realizar distintos esfuerzos físicos como agacharse constantemente y alzar peso y en uno de sus recorridos sufrió un dolor intenso que le impidió moverse y una de sus piernas quedó inmóvil, tuvo que recurrir al hospital donde solo pudieron atenderla por urgencias y determinar que se trataba de una hernia umbilical.

‘Hace nueve años fui operada de esta misma enfermedad en Venezuela, pero en ese momento me tocó hacer fuerzas y cargar a mi mamá que estaba pasando por el proceso del duelo y solo tenía quince días de operada, esto hice que perdiera la cirugía. Ante esta dificultad que me limita el desarrollo de las actividades busqué el apoyo de HI para afiliarme a la EPS y comenzar el proceso para mi cirugía ´dijo Rosaura

Mientras espera el avance de su proceso y la cirugía para seguir trabajando sin dificultades invita a los demás familiares, como ella llama a las personas refugiadas y migrantes venezolanas a informarse y hacer sus trámites para proteger la salud y continuar laborando sin percances.

‘En este momento me siento feliz porque ya inicié la ruta de atención para la intervención quirúrgica y en la cita con el cirujano me felicitó por preocuparme por mi salud. Por eso agradezco a las personas que me ayudaron con los trámites de afiliación ‘agrega.

Con la tranquilidad de acceder a los servicios de atención en salud, sigue recorriendo las calles del llano a pie, bicicleta o motocicleta, con la única decisión de conseguir materiales de cartón, plástico o cualquier otro que le aporte al sustento diario.

Este proyecto es apoyado por la Agencia de la ONU para los Refugiados ACNUR,  por la Secretaría de Salud de Villavicencio e implementado por Humanity & Inclusion en Colombia.

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