“Hacer desminado humanitario significa amar el territorio, sentir tranquilidad y dar esa paz para recorrer nuestro entorno”. Soy Angélica Zea Pinto, recientemente cumplí 27 años, nací en el municipio de Chaparral, departamento de Tolima, Colombia y actualmente me desempeño como desminadora en Humanity & Inclusion.
Aportar un granito de arena a mi territorio
Yo nunca había tenido la oportunidad de trabajar en una organización humanitaria, siempre había estado orientada en trabajos que pudieran brindarle seguridad a las personas, por eso trabajé como guarda de seguridad en Bogotá, pero trabajar en el desminado humanitario es algo totalmente distinto, ha sido de las mejores experiencias de mi vida, y cada paso que doy me marca.
Mi infancia fue tranquila, me crie junto a mis padres en el Corregimiento El Limón, Chaparral; en mi pueblo se escuchaba y se podía notar el conflicto armado, pero nunca tuvimos problemas, pude disfrutar mucho mi niñez, estar con mi familia, jugar y vivir tranquila.
Para mi familia al inicio fue muy duro saber que iba a desempeñar este trabajo por la distancia, por las percepciones de peligro que se tienen sobre el desminado, también porque en el área peligrosa a veces estamos sin comunicación. Ahora es diferente, han visto lo gratificante que es el trabajo y lo motivada que estoy. Empecé como asistente de estudio no técnico, un rol en el que conocí muchas personas y culturas, pude hablar con las comunidades de sus miedos, de los temores que les ha dejado el conflicto armado.
Trabajar para aportar un granito de arena al mismo territorio en el que nací, se va dejando una huella para quitar esos miedos y que las comunidades estén tranquilas. Ahora que me acredité como desminadora junto a otros compañeros, quiero seguir aprendiendo para aportar al país todo lo que esté a mi alcance, saber el siguiente paso después de realizar estudio no técnico, llegar las áreas identificadas como peligrosas, poder inspeccionarlas y determinar si hay artefactos explosivos para poder eliminar esa sospecha que tiene la comunidad.
Un beneficio para toda Colombia
Antes de ser un desminador, aprendemos cada día a ser mejores personas y a brindar de los conocimientos que ya tenemos, mi motivación cuando me levanto es esa, por eso cada paso ha merecido la pena, poder adaptarnos a las dificultades que traiga el trabajo, el clima, estar lejos de la familia, el camino hacia el área, que es algo de lo más complejo porque estamos a 3 horas de Chaparral en carro y luego nos toca en caballo otras horas más; hay mucho barro, derrumbes, pero vale la pena. Las personas que estamos aquí tenemos un mismo propósito, y es la tranquilidad de la gente, que la comunidad pueda ver que ya no es igual que antes, que, así como pasaron muchas cosas malas anteriormente, también hay personas que estamos luchando por un territorio libre.
Saber que estamos en más partes de Colombia haciendo la misma labor es inspirador, porque finalmente todo el país se va a ver beneficiado. Mis compañeros y yo estamos muy enfocados porque este proceso nos ha impactado a nosotros mismos, que hacemos parte de esta población porque es eliminar esas sospechas de explosivos con las que vivimos tanto tiempo.