Por: Ana María Sánchez – Oficial Regional de Rendición de Cuentas
Es jueves, son las 9 de la mañana en Chaparral, Tolima. El viejo camino arropado por el polvo, las piedrecillas que saltan y crujen con el pasar de las “bestias” (como llama la población a los equinos de la zona), nos conducen a la casa del cartel rojo; allí nos da la bienvenida “Doña Martha Lucero”, dueña de la casa del letrero que invita a los transeúntes a probar sus delicias culinarias.
Luego de 3 horas desde el casco urbano, la señora Martha Lucero cálidamente nos invita a pasar a su casa, tomar asiento y nos cuenta que para el desayuno preparó caldo de costilla, que además podemos escoger entre chocolate o café. Es allí donde su rutina empieza a tomar forma, en medio de los embriagantes aromas de su cocina, el sonido de los platos que chocan, las cebollas finamente picadas, los tomates carmesíes y de sus recetas infinitas que a más de uno complace en esta pequeña vereda.
Trazando su propio camino
La señora Martha Lucero cuenta que es la penúltima de 11 hermanos, proviene de una familia numerosa del municipio de Ríoblanco, Tolima y como recuerdo de su niñez, destaca que su padre los abandonó cuando ella tenía tan solo 6 años, allí empieza su lucha, sus dilemas, su coraje al ver a su madre batallar para sostener a una familia numerosa sin la figura paterna que en ese entonces les proveía el sustento económico y era el símbolo de protección.
Las adversidades que experimentó también le dieron el impulso para adquirir valor y hacerse camino ella misma. La historia de su madre también la sintió propia cuando su esposo con el que vivió 15 años se fue de su casa y ella debió asumir el rol de “padre y madre”, como ella lo menciona. De esa relación resultaron 3 hijos, dos hombres y una es mujer, su hija la menor es con quien actualmente convive desde hace 6 años. Es en esta vereda donde su vida toma un giro inesperado, pero hace parte de un capítulo de su vida que le ha traído “muchas bendiciones”, comenta, así como desafíos para sostener la nueva configuración de su hogar.
En busca de oportunidades de la mano del Desminado Humanitario
La señora Martha Lucero fue una sobreviviente de la época más ruda de la violencia en Chaparral. Después de tanto soportar, llegaron tiempos más prometedores. La violencia, las balas, los camuflados empiezan a salir del territorio y la vereda se reconcilia con la paz.
En un punto de inflexión la Señora Martha Lucero decide montar su propio negocio y es así como su restaurante desde hace aproximadamente 6 años se convierte en uno de los lugares donde el equipo de desminado humanitario de HI llega por primera vez para dar a conocer sus propósitos en el territorio.
Martha destaca el trabajo de HI por la forma en cómo se les ha integrado y tenido en cuenta para tomar decisiones, emprender actividades y hacerlos partícipes de muchos procesos. Algo que agradece de HI es que ha llevado empleo a la zona, siente que se ha reactivado la economía y se han tomado decisiones importantes sobre el desminado teniendo en cuenta la opinión de la comunidad, lo cual genera confianza y respaldo de las personas hacia la organización.
“El desminado humanitario es lo que está moviendo el factor financiero aquí. No solamente se ha limitado a limpiar nuestras tierras, también nos ha permitido reactivar nuestra economía. Por lo menos yo me he beneficiado preparando la alimentación para los equipos; los que tienen caballos se benefician con el alquiler de sus animales y además HI ha tenido en cuenta a personas del corregimiento para trabajar como desminadores. Todos nos beneficiamos”.
Considera que el desminado ha sido muy importante porque si su vereda está libre de minas, así mismo van a llegar más ayudas, la gente va a querer ir al territorio y se va a reactivar la economía. En medio de la conversación recuerda lo siguiente: “En la finca tuvimos el episodio de un toro que perdió la vida porque pisó una mina, ahora con la limpieza del territorio nos sentimos más seguros.”
En Colombia, HI está llevando a cabo operaciones de desminado en los departamentos de Antioquia, Chocó, Tolima, Meta y Cauca. Estas operaciones son posibles gracias al apoyo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), la Embajada de Suiza en Colombia, el Departamento de Estado de los Estados Unidos, dentro de la Oficina de Asuntos Político-Militares (PM/WRA) y la Embajada de Estados Unidos en Colombia.