Javier Salázar frente a la escuela rural que se encuentra en el resguardo indígena de Pescadito, donde realiza su proceso organizativo con docentes.
Por: Ana María Sánchez – Oficial Regional de Rendición de Cuentas
Entre el abrigo de los árboles, los caminos empedrados y las curvas del río Toló, se abre paso el resguardo indígena de Pescadito, lugar donde familias de la etnia Emberá Dobidá sobreviven por mantenerse en el tiempo como pueblo indígena en medio de una de las regiones del país más hostiles, pero de riqueza natural desbordante.
Desafíos y resistencia en medio del conflicto
Estando en el resguardo, las labores del día se detienen unas horas para Javier, quien espera en el Gran Tambo (estructura comunitaria que ha sido construida para recuperar los espacios de fortalecimiento ancestral) y da la bienvenida amablemente contando su orgullo de ser el profesor del resguardo. Javier desde muy pequeño tuvo la fortuna de ir a la escuela en Acandí-Chocó y posteriormente estudiar una licenciatura con énfasis en Ciencias Sociales.
Se define como un hombre dedicado y entregado al proceso organizativo del pueblo indígena. En el resguardo vive junto a su esposa y dos de sus cinco hijos con quienes comparte su lucha por la conservación de sus tradiciones. En seguida, empieza a repasar con la mirada episodios que vivió junto a su pueblo y las duras experiencias que ha dejado para ellos estar inmersos en medio del conflicto armado, la minería que degrada con prisa sus tierras, cultivos ilícitos que amenazan su autonomía indígena, grandes obras de infraestructura sin consulta previa, así como la invasión de sus predios por parte de colonos.
El desplazamiento forzado golpeó fuertemente la identidad de los integrantes de este resguardo y es allí donde Javier ha jugado un papel significativo para la recuperación de las tradiciones y prácticas culturales como miembro destacado de la etnia Emberá.
Escribiendo nuevas páginas para la comunidad de Pescadito
“Los tiempos de hoy son más favorables a la violencia que experimentamos en el pasado”, comenta Javier. Sin embargo, la rudeza de la guerra sigue al acecho y la libertad de transitar por el territorio junto al sonido de los chaboclos pechiblancos (aves), los monos aulladores y las huellas del tigrillo, así como las de algún oso hormiguero, se entremezclan ahora con el temor de las huellas dejadas por algún actor armado y las señales de sospecha sobre algún artefacto explosivo abandonado.
Javier explica que la zona que más frecuentan los indígenas para ir a cazar, buscar medicinas de origen natural y recoger los “bejucos” para sus artesanías, ha sido un punto estratégico también para los actores armados y se ha vuelto en un corredor de incertidumbre para el libre tránsito de los indígenas quienes desde hace años solicitaron la presencia del desminado humanitario en la zona, hasta que finalmente su petición fue escuchada y materializada con la llegada de Humanity & Inclusion (HI) al territorio.
Desde entonces empezaron los diálogos entre la organización y el resguardo, la confianza hacia HI empezó a surgir entre los habitantes y la aceptación comunitaria se logró para iniciar los procesos de liberación de tierras.
“HI solicitó la formación de personas de nuestra comunidad para empezar labores de Estudio No Técnico, nos tuvo en cuenta en este proceso de desminado y nos capacitó a los habitantes de este resguardo en Educación en el Riesgo de Minas”.
Según él, la posibilidad que tuvieron algunos habitantes del resguardo de vincularse a las labores de Desminado Humanitario con HI le brinda herramientas a la comunidad para enfrentar la problemática que representa la amenaza de las minas, ya que a futuro las personas que fueron capacitadas pueden estar más alerta, pueden transmitir conocimientos significativos a los otros miembros del resguardo y conservar contactos importantes en caso de presentarse accidentes por artefactos explosivos.
Sumado a estas actividades de Desminado, el profesor Emberá comparte la ilusión que genera en su comunidad el apoyo de HI para el mejoramiento del hogar infantil que tiene el resguardo. La capacidad instalada es determinante para seguir su autonomía y una oportunidad valiosa para transmitir el conocimiento ancestral y la cosmovisión de su pueblo a los más pequeños, quienes a futuro serán los lideres en el proceso organizativo del pueblo Emberá Dobidá de Pescadito que tanto ha inspirado a Javier.
En Colombia, HI está llevando a cabo operaciones de desminado en los departamentos de Antioquia, Chocó, Tolima, Meta y Cauca. Estas operaciones son posibles gracias al apoyo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), la Embajada de Suiza en Colombia, el Departamento de Estado de los Estados Unidos, dentro de la Oficina de Asuntos Político-Militares (PM/WRA) y la Embajada de Estados Unidos en Colombia.